miércoles, 30 de noviembre de 2011

RETORCIENDO PALABRAS.
Las excusas no entienden nunca de quien las pronuncia. Llega un punto en el que da lo mismo ser entrenador de futbol que ministro. El idioma universal de quien no sabe lo que es la sinceridad y se esconde debajo de argumentos inverosímiles para justificar el cargo es lo que permite que luego también sean lo mismo un consejo de ministros que un corner. 1- Lo de la mala suerte: la crisis, la canasta imposible, el grifo del agua que dejamos abierto. 2- Lo de la juventud: la inexperiencia que invita a perpetuarse un poco más antes de pasar página y dejar que llegue el tiempo en el que la madurez nos tape la boca. 3- Lo de la vejez: el eterno cambio generacional que justifica la falta de resultados. 4- Lo del presupuesto: hay trece equipos con más tela que es normal que nos superen. Vamos. 5- Lo del contrario: meter el dedo en el ojo ajeno y olvidarse que no has tirado una vez a puerta. 6- Lo de las estadistica: siempre haciendo historia. Porque no dudes que normalmente hay un tiempo pasada bastante peor que te permitirá compararte con quien sea con dos cojones. 7- Lo del arbitro: el comisario europea de pesca aquel Fischler, creo que se llamaba. 8- Lo de las lesiones: a Solbes le picó una abeja. Luego vino lo peor. 9- Lo de la confusión: monta una trifulca sin sentido, desentierra una fosa común, que nadie hable por lo que importa sino por lo que solamente tú decides que merece la pena hacer. 10- Siempre te queda acudir a los tópicos, si el catálogo de oportunidades está sobado, echar mano de cuatro confidentes y falsificar las pruebas. Quién dijo que habíamos perdido? Todo depende del que color del cristal por el que se mira.

sábado, 19 de noviembre de 2011

SOBREVIVIRÉ.
Herman Dune en el Antzoki.
Han pasado tres semanas. He vuelto a escuchar varias de sus canciones. Casi todas las del último disco, Strange Moosic, ése que presentó entonces acompañado de su banda y reclutando a los chicos de The Wowz para los coros. Una gozada. Y he escuchado muchas más cosas. Ha llovido a mares. He padecido el rigor del cierzo y en estos dias he visto también a mi equipo tirar dos puntos en el descuento con la ligereza del niño que escupe un chicle en la calle o sopla contra el viento. Pero no me puedo olvidar de Herman Dune y busco la manera de hacerle un hueco a final de año en las listas. El mejor concierto, la mejor canción. Que no se me olvide lo que pasaba por mi cabeza sentado en el Antzoki aquella noche de jueves. Nadie posa con tanta naturalidad como él. Sobreviviendo al hype y a los anuncios de cerveza, combatiendo sin querer contra el establishmente que le quiere poner la etiqueta en la espalda de cantautor folkie del año. Muy alto. No llegan.