jueves, 2 de febrero de 2012

DESPIDETE DE MANOLO.
No es un buen momento para juzgar a Preciado, que lo que necesita ahora es echarse un rato y descansar. Nunca son buenos análisis esos forzados por las circunstancias que pretenden adelantarse a lo que parece irremediable y no dejan que las cosas tomen con naturalidad la forma que les corresponde en la historia. Todo a su tiempo. Lo contrario de lo que pasa estos días, mira por donde. A Preciado será el tiempo el que le ponga en su lugar y le aleje de la farandula emotiva que impide ahora recordarle sin lágrimas en los ojos, siquiera con una pizca de equilibrio.

Hay una generación entera de sportinguistas que no entiende su equipo sin la presencia en la banda de Manolo. Cosas que pasan. Que hartaron a corear su nombre en las victorias y a cagarse en su madre cuando retrasaba los cambios, arrinconaba en la derecha a Nacho Novo o no encontraba remedio a las derrotas y ahora temen que el rumbo se empiece a torcer (más todavía) y nos vayamos todos a tomar por el culo. Estamos a tres puntos del descenso y sin un estilo de juego definido. Esto no es nuevo. Lo que cambian son las expectativas y el patrón desconocido de riesgo, nadie esperaba que no le fueramos a tener de nuestro lado precisamente ahora, para echarle la culpa, si hiciera falta, o reconocerle el mérito.

Recuperó la ilusión y su nombre estará unido para siempre a una época en la que no había nada para echarse a la boca y la gente vivía simplemente de eso. De ilusiones. Primero las comíamos todos los dias. Alguien lo recordará. Luego se demandaron otras cosas y parece ser que se hartaron de él. O los directivos o los propios jugadores. Esto también seguirá siendo un misterio. Tendrá que pasar mucho tiempo para que cesen las lágrimas y su semblanza quede recogida con precisión en uno de esos análisis certeros.

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