martes, 26 de junio de 2012

 UNA CANCION DE DESPEDIDA.
Todo el mundo sabe que la imagen de la derrota sugiere paisajes a los que nunca llega la del tío levantando la copa de campeón, confundido entre sus compañeros y rodeado de confettis. Esa no mola nada. Y que de todas, la que no para de sonar y se repite con gusto, es ésa en la que la selección inglesa abandona un campeonato oficial cada dos años, lamentando el infortunio con amargura y amenazando con volver. Veo a Rooney cabizabajo, mirando al suelo. Una decena de hollygans rompiendo sillas y causando destrozos que todos deberían saber que están justificados, dentro del lugar que ocupan estratégicamente en ese mapa de la derrota más bella. Imagino a los hermanos Gallagher abrazados, dedicando a su equipo el Stop Crying Your Heart Out. Un pais de mala ostia, en definitiva, durante una semana que no tiene consuelo con destituciones ni errores arbitrales que suenan a excusa. Haber compartido la rabia de momentos parecidos le acerca uno a un lugar común que desde fuera se puede disfrutar, como ahora,  veinticuatro horas del próximo partido, en todo su esplendor. Y sin miedo de ser el protagonista.

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